Frecuentemente por las noches me detengo, mediante la palabra, a reflexionar sobre mis actos y mis pensamientos. Transito en un profundo proceso de meditación, desde mi vereda mirando hacia el paisaje de lo ocurrido, buscando en mi conducta y comportamiento un sentido a mi existencia y la de los demás.
No es fácil una ruta clara, un sendero prístino que dibuje claramente, desde las certezas del ser, un profundo y detallado panorama de lo que he de ser, hacer y decir. En ocasiones pienso en el destino de mi persona, en las palabras que debo seleccionar para dar una luz de esperanza a mi presencia en este mundo y un hálito de aliento a quienes conmigo caminan en el laberinto del existir, pero recurrentemente sólo el silencio es la respuesta más clara frente a tanto desconcierto, injusticia y desazón.
Cuántas veces la existencia parece un sin sentido, un devenir de vacio, de desesperanza y abatimiento. Si hasta éstas líneas parecen brotar de una rotunda negación del ser, del hacer y del existir. Lamentablemente las cifras señalan que hoy por hoy enfrentamos una crisis existencial como sociedad, pero que quede claro, la determinación que pongamos en nuestros pensamientos, en nuestras acciones y decisiones son las que finalmente definirán nuestra razón de ser. Somos los protagonistas de nuestra propia historia, los escritores de esta novela llamada vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario