Estamos ad portas de una nueva elección municipal, los ciudadanos mulcheninos caminarán hacia las urnas para expresar sus preferencias. El 28 de octubre elegiremos a las autoridades que conducirán los destinos de la comuna por los próximos 4 años.
Hemos podido apreciar
por las diferentes arterias de la ciudad una avalancha de letreros, o palomas
como comúnmente se les denomina, con las fotografías y slogan de los distintos
candidatos. Innumerables metros y metros de impresión de tela con las más
diversas imágenes y mensajes.
Eso si, un factor
distinto entra a complicar la elección para los candidatos, especialmente para
aquellos que compiten por la reelección, un padrón electoral renovado pone
la cuota de incertidumbre para la ingeniería electoral de los partidos.
Existen muchas teorías
para explicar que es lo que pasará con esta nueva masa de electores. Que no
votarán ya que no están interesados, especialmente considerando que las
alternativas que se les exhiben representan la vieja guardia política (Derecha
e izquierda). Que si no lo hacían antes, que tenían la posibilidad de
inscribirse y votar, menos lo van a hacer ahora que es voluntario. Que los jóvenes no están
interesados en votar ya que al votar estarán avalando un modelo que no les
agrada. El fantasma de la abstención aparece recurrentemente como explicación
para las próximas elecciones.
Muchos analistas han
sostenido que los votantes no variarán demasiado en relación a quienes lo
hicieron en las elecciones municipales de 2008, por lo que los resultados no
serán muy distintos a los de dicha oportunidad.
Lo cierto es que de
todas formas existe la incertidumbre, y eso es algo nuevo en relación a todas
las elecciones municipales realizadas anteriormente. Claramente este es el peor escenario
para una clase política “clientelista” y acostumbrada a comprometer los votos
mediante la entrega de regalías a sus electores.
Sin embargo existen
algunas certezas que se pueden establecer, votarán más las personas de las
clases acomodadas que las de sectores más bajos. Las elecciones serán más
reñidas y con claros tintes belicosos para capturar los votos de los indecisos.
El dinero y el poder ingerirán, más que nunca, en los votos. Los vínculos y las
redes establecidas afectarán directamente el resultado de la elección. Es
probable que voten menos personas que en elecciones anteriores.
Decidir ir o no ir a votar en estas elecciones dependerá
de cosas tan nimias como la resaca del carrete del día anterior, del clima, del
estado de ánimo, del tamaño de la fila en la mesa, del bus que llegó o no llegó, hasta cuestiones mucho más
relevantes como del interés en elegir o reelegir a un candidato u otro por el proyecto de comuna que hay detrás de cada
rostro o imagen que se postula.