domingo, 13 de diciembre de 2015

Educando al Hommo Emocionalis del siglo XXI

¿Cuál es el sentido de la Educación? ¿Estamos matando la creatividad en la Escuela?

Construir saber desde el material concreto (palos de helado, cajas, botellas, chapas, botones, clips, etc.), emocionar a los estudiantes, desafiarlos intelectualmente, aguijonear su curiosidad para despertar su interés, dar espacio para la creatividad, formular buenas preguntas (motivadoras e intrigantes), situar  a los estudiantes en contextos que abran la puerta de la curiosidad es parte de lo deseable desde la educación y la sociedad. Se trata de encantar a los estudiantes, de que le tomen el "gustito" a aprender, a investigar. Todo esto desde siempre desde la emocionalidad.

Por naturaleza, soy una persona ecléctica, me gusta escoger, seleccionar lo mejor de aquí, de allá y construir algo nuevo. No soy un radical o dogmático. Partiendo de esta premisa, me atrevo a señalar que en educación estamos poniendo mal los énfasis. Lamentablemente, para el pesar de nuestros estudiantes y del desarrollo del país, la escuela está matando la creatividad, alienando y homogeneizando a nuestros estudiantes. Los más triste de todo es que los docentes lo sabemos y muy poco hacemos para cambiarlo. 

Un día situé a mis estudiantes en una encrucijada, Sí apareciera un extraterrestre aquí en la escuela ¿A qué vendría?. Para participar, las y los alumnos debían pararse sobre su mesa y compartir su respuesta con sus compañeros. Algunas de las ideas que aparecieron: venía a buscar a los niños más inteligentes para llevarlos hasta su planeta y crear una nueva especie, para enseñarnos lo importante que es cuidar nuestro medio ambiente porque su planeta fue destruido por no cuidarlo, a buscar una de las esferas del Dragón, a poner combustible a su nave espacial, a llevarse a los estudiantes que no conocen el respeto, por error de cálculo aterrizó en nuestra escuela, entre otras. Las respuestas que aparecen desde los estudiantes son una invitación abierta a desarrollar la creatividad, una de las habilidades deseables en los ciudadanos del nuevo siglo. Increíblemente, mientras más pequeños son los estudiantes, más creativos, sin prejuicios e impredecibles son sus respuestas, aparecían ideas muy heterogéneas e innovadoras. En cambio, cuando los estudiantes eran más grandes, sus respuestas eran más predecibles, gobernadas por la racionalidad y muy homogéneas. Claro ejemplo que algo pasa cuando los estudiantes son metidos a la licuadora de la "escolarización". No sé por qué, pero inmediatamente se me pasó por la cabeza el video clip de la canción "Another Brick In The Wall"(u Otro Ladrillo en la Pared), de Pink Floyd, esa imagen cuando los niños con cabeza de chacho son llevados en una correa transportadora y van cayendo uno a uno a una máquina que los muele y transforma en una especie de paté. Que metáfora más adecuada a lo que ocurre en educación.

Para cambiar esto, es necesario un ejercicio de introspección docente, de catarsis respecto de nuestra propia práctica pedagógica. Esta tarea por cierto puede resultar dolorosa y estresante, pero absolutamente necesaria para cambiar aquello que nos molesta, requiere además ir más allá del diagnóstico, de la crítica, avanzar hacia el "hacer", a la acción. Esta transformación debe considerar al ser humano como un ser eminentemente emocional, que se mueve desde la dopamina, que piensa, pero por sobre todo, que siente. Surgen entonces las preguntas: ¿Estamos educando seres racionales o emocionales? ¿Están nuestras prácticas pedagógicas impregnadas de emocionalidad, de motivación, de creatividad? La respuesta es personal, la solución es social.

"La educación es un acto de amor, por tanto, un acto de valor" Paulo Freire.

De Evaluador a Evaluado. Encuesta de Satisfacción aplicada a Estudiantes.

http://www.youblisher.com/p/1175872-Encuesta-Satisfaccion-Estudiantes-2015-Aula-Pitagoras-Escuela-Villa-Las-Penas-Mulchen/


Aprendizaje entre Pares: El Primer Paso Hacia una Comunidad Profesional de Aprendizaje (CPA)

Un viaje de miles de kilómetros debe comenzar con un solo paso (Lao – Tsé)

El presente documento tiene como propósito plantear argumentos, tomar posición y orientar a la reflexión a partir de la generación de algunas preguntas guías: ¿Están dispuestos los profesores a cambiar aquello que han realizado por años? ¿Es el aprendizaje entre pares un camino eficaz para cambiar las prácticas pedagógicas de los docentes y enriquecer los procesos de aprendizaje de los estudiantes? ¿Son las Comunidades Profesionales de Aprendizaje (CPA) una estrategia efectiva para mejorar estas prácticas?. Este artículo se ha organizado a partir de la revisión de tres textos referidos a éstas temáticas. Se trata de un análisis que propone como estrategias para promover el cambio de las prácticas cotidianas en el aula, el aprendizaje entre pares y más específicamente la conformación de Comunidades Profesionales de Aprendizaje (en adelante CPA) en los centros escolares.

Hacer fuego, cazar, recolectar, fabricar utensílios, nuestros antepasados aprendian unos de otros las actividades de la vida cotidiana. Los conocimientos se adquirian a traves del contacto con los demás, de observar sus prácticas cotidianas, para a partir de dicha información mejorar el “hacer”. Este fue “naturalmente” la forma de aprender, avanzar y cambiar aquello que debía ser mejorado, de innovar.

La creación de la escuela fue, entre otras cosas, la formalización de los procesos de enseñanza y aprendizaje a través de la educación, una labor eminentemente social y colaborativa. Igual que antaño, los docentes aprenden de la interacción con otros docentes, el aprendizaje no es individual es de y con otros, es social. El ser humano no aprende repitiendo de memoria, si no cuando se emociona, cuando hace, algo que los griegos ya sabían hace mucho tiempo. Lamentablemente la educación que hoy se practica constituye un proceso lineal y estandarizado, que no aporta significativamente al desarrollo del ser humano, y en el caso de los docentes, al aislamiento profesional consagrado en la “Autonomía Profesional”.


La tarea actual es romper la soledad del aula en la que se desempeñan los docentes para avanzar hacia una cultura de la interacción, de la participación y del aprendizaje colectivo, entre pares. Esta tarea no es fácil, requiere de un profundo análisis y reflexión sobre el hacer, escudriñar, con ojo crítico, revisando viejas y anquilozadas prácticas pedagógicas que replican una y otra vez el modelo tan cuestionado por Freire, al que se hace referencia en uno de los textos analizados: “ … se trata de abandonar la escuela bancaria(Torres, Rosa María, 1999, p. 3) , desterrando del sistema escolar la creencia que aprender es acumular información, que enseñar es vaciar conocimiento en las mentes de los neófitos estudiantes. Bajo este modelo el aprendizaje es pasivo, es receptivo. Esta forma de entender la educación está obsoleta. Lamentablemente la gran mayoría de los profesores no acusa recibo del cambio que se hace a esta altura insoslayable. Cuestionan las conductas de los estudiantes, responsabilizando a éstos, a sus familias, al sistema escolar, a la sociedad en su conjunto, de las carencias y crisis de la educación, con muy poca autocrítica al respecto. Todo es extrínseco, depende de otros. A esta altura de los tiempos: “… la institución escolar está desfasada, los maestros están mal equipados y la pedagogía en el aula no ha cambiado en lo sustancial” (Torres, Rosa María, 1999, p. 2). No se puede llegar al futuro haciendo lo que se hizo en el pasado.

El “cambio educativo” al cual todos aspiran, especialmente los involucrados en el proceso educacional, será tal, sólo cuando los docentes rompan las cadenas de las prácticas arcaicas que reproducen un modelo centrado en la transmisión, con estrategias pedagógicas acordes a los nuevos desafíos que la sociedad plantea a la educación. Se trata de un proceso interno y voluntario, pastoso, doloroso, que los docentes deben desarrollar para reflexionar respecto de las formas de enseñar y aprender, tanto dentro como fuera del sistema escolar. La cuestión central tiene que ver con un cambio personal, de actitud, de las concepciones sobre educar, de los hábitos y costumbres, de las estrategias, de las rutinas “naturalizadas” y poco cuestionadas, para desde allí, producir una transformación de su propia realidad, gatillando una transformacise propone como o d gatillar una transformacin un rol mñasvalidando ".desarrollar para reflexionar respecto de las formas de ensón sistémica al respecto. El desafío conlleva un fuerte componente de autocrítica, de introspección, una mirada hacia lo que se hace, una “reflexión crítica” de análisis y cuestionamiento sobre la propia práxis pedagógica.

La experiencia, los resultados, todos los diagnósticos e investigaciones nacionales e internaciones (incluidos los de la OCDE), demuestran que lo hecho hasta hoy en educación en Chile es insuficiente, los profesores siguen actuando en el aislamiento, disfrazado de “autonomía docente” en la sala de clases, sumado a ello, la escases de espacios de análisis y reflexión “crítica” del propio quehacer pedagógico. Si bien es cierto, el sistema educativo no propicia dichos espacios, tampoco los docentes hacen mucho para cambiar el escenario, evidenciando claramente una actitud pasiva al respecto y validando el modelo propuesto en educación: vertical, lineal y alienante.

Para avanzar, debemos andar juntos, sostenía el ex Presidente de Uruguay, José “Pépe” Mujica. Se trata de estar unidos, de concertarse, de dialogar, de reflexionar sobre “el hacer”. De iniciar las conversaciones, desde la apertura, con disposición al cambio, para precisamente modificar aquello que obstaculiza el avance, que entorpece el caminar, que distrae. Lo que se ha naturalizado en la cotidianeidad, que no se cuestiona por estar profundamente arraigado e invizibilizado en el hacer, que es difícil de ver, menos de analizar. De esto se trata el aprendizaje entre pares, de promocer, desde el diálogo, desde la realidad del aula, un proceso de reflexión profunda sobre el saber pedagógico acumulado, pero confinado entre las cuatro paredes de la clase, poco socializado, escasamente compartido y analizado entre los pares.

Un camino para producir transformaciones reales y efectivas en las prácticas de enseñanza más acordes a las demandas que la sociedad actual le plantea a los maestros está dada por la estrategia de aprendizaje entre pares, la cuestión central del presente documento. Como se indica en uno de los textos: “… el aprendizaje entre pares conlleva una estimación del saber producido en la experiencia diaria, que viene desde la práxis, que es encarnado por los docentes y que cobra sentido para quienes se han visto involucrados en su creación” (Cerda Taberne y López Lillo, p. 4). Esto es relevando ya que al socializar dicho saber de forma sistemática, se produce una interacción entre pares, lo que genera un proceso de co-aprendizaje, gestando evoluciones de carácter recursivo entre los docentes. Cuando un profesor comparte lo que sabe a partir del hacer cotidiano, está poniendo sobre la mesa sus competencias y habilidades, las cuales se ven potenciadas por la interacción con los demás. Si a lo anterior agregamos la diversidad de docentes y prácticas, la riqueza de experiencias (buenas y malas), este proceso, bien conducido, puede generar transformaciones profundas en la manera de hacer educación. Abrir las puertas de las aulas a la reflexión, esa es la tarea pendiente.

El aprendizaje entre pares permite que los docentes reflexionen, actúen juntos, se percaten que no están solos, recuperen la confianza en ellos mismos, compartan, den nuevamente sentido al trabajo docente, se re-encanten por su profesión, asuman con propiedad su tarea de educar, lo que finalmente se espera produzca cambios reales en las prácticas pedagógicas.

Está claro que las formas tradiciones de generar procesos de perfeccionamiento profesional docente han sido generalmente impuestos, desde la mirada de los expertos, de agentes externos, no desde la profesión misma, lo cual intimida, coarta la posibilidad que efectivamente se den procesos sistemáticos, trascendentes y con proyección en el hacer, en la práxis, verdaderamente transferibles al trabajo en el aula, que impacten las estrategias, las metodologías y los enfoques “implícitos” con los que cada docente se para frente a sus estudiantes. El aprendizaje entre pares es un medio concreto, que bien gestado, permite que los docentes expresen sus ideas, develen sus creencias y preconcepciones, ya que al trabajar con un igual, se genera mayores lazos de confianza, empatía y colaboración, aspectos no considerados habitualmente en la formación profesional, que tiene un profundo arraigo racional y no considera el ámbito emocional.

Este aprendizaje no puede darse de manera aislada, asistemática y descontextualizada del lugar en donde ocurre el “hacer pedagógico”, como ha sucedido en muchas oportunidades con los programas de perfeccionamiento. Por el contrario, debe emerger desde la propia escuela y sus maestros, como señal de empoderamiento, lo cual ayuda a que este tipo de prácticas se sostenga en el tiempo y no desaparezca cuando disminuyen los recursos o cambien los actores.

Las Comunidades Profesionales de Aprendizaje (CPA) son una evolución e institucionalización del aprendizaje entre pares al interior de la escuela y buscan hacer más fluido el proceso de cambio escolar, ya que los esfuerzos, las directrices, las prioridades surgen desde la propia práctica reflexiva y habitual de los profesores. Esto provee a los maestros de mayor protagonismo y satisfacción. El desarrollo de las CPA implica entonces una nueva mirada hacia el trabajo docente y la escuela como espacios de cambio desde abajo hacia arriba y no al revés como ocurre con la mayoría de las políticas públicas en educación.

El concepto de CPA tiene diversas acepciones, por lo que no resulta fácil acordar una única definición al respecto. Se trata, como se señala en uno de los textos analizados, de “… una forma particular de organización escolar, diferente a lo desarrollado hasta ahora, que incita a un grupo de personas a compartir y preguntarse de manera crítica sobre su práctica, de forma permanente, reflexiva, colaborativa, inclusiva y orientada hacia el aprendizaje de los estudiantes.” (Krichesky y Murillo Torrecilla, 2011, p. 70). La mejora de las prácticas de enseñanza se encuentra en las propias formas y experiencias docentes, en cuanto sean reflexionadas y socializadas criticamente. Para ello es imprescindible que al interior del centro se intale el “ … liderazgo distribuido, una cultura del trabajo colaborativo, se potencie el desarrollo profesional concebido desde las necesidades de aprendizaje de los alumnos, se promueva la investigación y la revisión (introspección) sobre la propia  práctica y el trabajo metódico con evidencia, entre otros.” (Krichesky y Murillo Torrecilla, 2011, p. 66).

Existen algunas condiciones necesarias que deben darse en un centro educativo para la adecuada implementación de las CPA. Está claro que una visión común y compartida que le dé el sentido de comunidad, un liderazgo repartido que permita que todos los profesionales movilicen al resto en diversas áreas, necesidades de aprendizaje claramente establecidas sobre lo que se necesita aprender y como debe aprenderse, que la práctica docente sea compartida, abierta y conocida, para a partir del registro, las observaciones y conversaciones sobre esta, surgan aprendizajes e innovaciones, todo ello en la confianza, el respeto y el apoyo mutuo para asegurar la implicancia de los docentes en el proceso de mejora. Se debe también promover en el establecimiento redes y alianzas, donde se genere el pensamiento innovador. Debe existir responsabilidad colectiva frente al aprendizaje de los estudiantes que inste a los docentes a tomar riesgos, compartiendo los éxitos y problemas que se pueden dar en la implementación de los cambios, y por último, deben generarse las condiciones para que de verdad la colaboración sea tal, con espacios y recursos apropiados para cimentar el encuentro y la reflexión entre pares.

Uno de los problemas a los que pueden verse enfrentados este tipo de comunidades dice relación con los conflictos personales y grupales que aparecen siempre que hablamos de comunidad humana, es inevitable la aparición de diferencias en todo proceso colaborativo, el asunto es generar un equilibrio honesto en las relaciones individuo-grupo y colaboración-conflicto, entendiendo siempre que la tarea es enfocarse en analizar las prácticas pedagógicas, cambiarlas, para mejorar los aprendizajes de los estudiantes. Otra dificultad manifiesta es el sesgo, los prejuicios y la resistencia a incorporar nuevas ideas. Estos cambios generan tensiones, despertando en los profesores sentimientos de amenaza y cuestionamiento respecto de la forma en la que enseñan, aspecto que igualmente debe ser considerado al implementar dichas innovaciones.

Lo relevante a la hora de establecer estas CPA en los centros educativos es no quedarse en el papel, como ocurre con gran parte de los perfeccionamientos, que bajo una lógica individual, no contribuyen notablemente a la renovación de las prácticas docentes en el aula. Para que se dé un paso efectivo al respecto, la implementación de estas comunidades debe partir de un análisis, de diálogos e intercambios de los problemas que surgen desde la práctica cotidiana, los cuales deben concebir una manera específica de sistematización de dichos intercambios para que las conversaciones estén enfocadas en los resultados de aprendizaje de los estudiantes. “… Las conversaciones y los diálogos colaborativos deben centrarse en cómo asegurar que los alumnos estén efectivamente aprendiendo.” (Dufour, 2004). Para ello resulta útil concebir una pauta que oriente las etapas, identificando y definiendo las necesidades de aprendizaje de los estudiantes, detallando las prioridades de mejora a partir de la información recolectada, seleccionar los programas y prácticas específicas de innovación, estableciendo las necesidades de formación para incorporar estos cambios, definir la formación profesional requerida por los docentes, implementar las innovaciones, evaluar el proceso de implementación y determinar las nuevas necesidades de avance.

De igual forma, es importante considerar algunos factores internos que ayudan a fortalecer y proyectar a las CPA. De acuerdo a lo analizado, aparecen como necesarios la instalación de una cultura de la colaboración que evalue de manera positiva la colaboración entre profesores, que además reconozcan y estimule el trabajo en equipo, que movilice la recogida de información, su análisis y apreciación crítica de los temas comunes que afectan los modos de enseñar y aprender. Es necesario también impulsar una re-estructuración organizativa del centro, tanto de los tiempos como de los espacios escolares, instalando el encuentro entre profesionales como una prioridad, dando cuenta que el trabajo entre pares es una condición sine qua non para avanzar. Inclusive, de ser necesario, se pueden concebir nuevos roles o estructuras que permitan este cometido. Se necesita también ampliar la mirada, favoreciendo el liderazgo docente como herramienta para promover y sostener esta estrategia de mejora. Generar un clima escolar ideal para establecer la estrategia de las CPA bajo las premisas de la confianza, la honestidad y el respeto, para contribuir de manera efectiva a cambiar las cosas. Un último factor interno que ayuda a fomentar y sostener las CPA en el tiempo dentro de los centros educativos es la dirección escolar que debe ser capaz de evolucionar para aprovechar los talentos y capacidades presentes en cada uno de los miembros de la comunidad educativa. Liderar este cambio no es una tarea fácil, ni privativa del equipo directivo de una escuela, es una tarea compartida por toda la comunidad educativa, es una responsabilidad de cada integrante del equipo docente y dependerá de cuan convencidos estén sus miembros que efectivamente sus establecimientos pueden convertirse en verdaderas comunidades de aprendices.

El objetivo central de las CPA es mejorar la eficacia docente y su práxis en la enseñanza. Se trata de un cambio en la cultura profesional de una escuela que, tal como se señaló anteriormente en este documento, promueve el desarrollo y la innovación con un repertorio de respuestas distinto al habitual, tan necesario para los nuevos retos que enfrenta la educación, además, requiere provocar el trabajo en equipo, el debate y la revisión “constructiva” de las prácticas personales y colectivas, mejorando los ambientes de trabajo y el clima escolar.

Como conclusión, del análisis de los documentos proporcionados se desprenden algunas ideas centrales:

  1. Lo realizado hasta aquí en educación resulta insuficiente para dar respuesta a las demandas que actualmente la sociedad le plantea a la pedagogía, en torno a conceptos como la pertinencia de las estrategias pedagógicas que emplean los docentes y el impacto real que éstas tienen en el aprendizaje de los estudiantes.

  1. Los cambios propuestos requieren de una actitud de apertura de los docentes, sin embargo, los sentimientos de desencanto, marginación y alienación que se observan en los profesores, gatillados por la escasa implicancia – voluntaria o involuntaria - que éstos han tenido en la difinición de los procesos de cambio diseñados por otros, debe ser un aspecto a trabajar para el desarrollo efectivo del trabajo entre pares.

  1. La posibilidad cierta que los docentes tienen de transformarse en agentes de cambio efectivos desde la propia práctica, a través del aprendizaje entre pares y más especificamente en una evolución hacia una CPA que involucre a toda la escuela, construyendo espacios reflexivos, críticos y sistemáticos para la mejora de las prácticas docentes. Las CPA son una herramienta útil que puede agilizar los procesos de cambio e innovación desde los propios centros escolares con la misión de producir aprendizajes poderosos que aporten a conseguir la tan anhelada “educación de calidad”. 

A la luz de los antecentes expuestos, se puede sostener que el trabajo grupal sistemático de análisis profundo de las distintas formas de entender los procesos pedagógicos y de aprendizaje favorece la reestructuración del hacer cotidiano mismo, modifica las ideas que los docentes tienen respecto de sus propias prácticas y contribuye a generar mejores formas de enseñanza. El aprendizaje entre pares, entre iguales, debe ser uno de los pilares básicos para la implementación de cualquier cambio o innovación en educación, pero construido desde la apertura, la empatía y la confianza mutua. Cuando los profesores deben ayudarse en la revisicicas ﷽﷽﷽﷽ de sis prres debe ayudarse, ón de lo que hacen, de sus prácticas, descubren un nuevo paisaje, amplian la mirada, discuten, confrontan visiones, insisten, debaten y avanzan hacia un objetivo común, definido y compartido por todos los miembros de la comunidad educativa.

Para la conformación de estas comunidades profesionales de aprendizaje al interior de los centros educativos es necesario que los docentes abandonen el ostracismo en el cual se encuentran desde hace tiempo, para generar espacios comunes sostenidos en el tiempo, de confianza, de intercambio de experiencias pedagógicas, de construcción de consensos, de empoderamiento como líderes naturales de un proceso que les es propio, educar. Esto requiere por sobre todo voluntad. Después de todo, sí el problema está en las prácticas pedagógicas, en su revisión, análisis y reflexión crítica está también la solución.

Referencias Bibliográficas:

Torres, Rosa María. El Mero Hacer, Sin Reflexión, No Permite Aprendizajes”. Exposición Seminario Regional organizado por el Colegio de Profesores de Chile.Rancagua, Chile. Junio 18 de 1999.

Cerda Taverne, Ana María y López Lillo, Isaura. El Grupo de Aprendizaje Entre Pares Una Posibilidad de Favorecer el Cambio de las Prácticas Cotidianas en el Aula. CPEIP.

Krichesky, Gabriela J. y Murillo Torrecilla, F. Javier. “Las Comunidades Profesionales de Aprendizaje. Una Estrategia de Mejora para una Nueva Concepción de Educación”. Revista Iberoamericana sobre Calidad, Eficacia y Cambio en Educación. Volumen 9. Número 1. Año 2011.