Un viaje de miles de kilómetros debe comenzar con un
solo paso (Lao – Tsé)
El presente documento tiene como propósito plantear argumentos, tomar
posición y orientar a la reflexión a partir de la generación de algunas
preguntas guías: ¿Están dispuestos los profesores a cambiar aquello que han
realizado por años? ¿Es el aprendizaje entre pares un camino eficaz para
cambiar las prácticas pedagógicas de los docentes y enriquecer los procesos de
aprendizaje de los estudiantes? ¿Son las Comunidades Profesionales de
Aprendizaje (CPA) una estrategia efectiva para mejorar estas prácticas?. Este artículo
se ha organizado a partir de la revisión de tres textos referidos a éstas
temáticas. Se trata de un análisis que propone como estrategias para promover
el cambio de las prácticas cotidianas en el aula, el aprendizaje entre pares y
más específicamente la conformación de Comunidades Profesionales de Aprendizaje
(en adelante CPA) en los centros escolares.
Hacer fuego, cazar, recolectar, fabricar utensílios, nuestros
antepasados aprendian unos de otros las actividades de la vida cotidiana. Los
conocimientos se adquirian a traves del contacto con los demás, de observar sus
prácticas cotidianas, para a partir de dicha información mejorar el “hacer”.
Este fue “naturalmente” la forma de aprender, avanzar y cambiar aquello que
debía ser mejorado, de innovar.
La creación de la escuela fue, entre otras cosas, la formalización de
los procesos de enseñanza y aprendizaje a través de la educación, una labor
eminentemente social y colaborativa. Igual que antaño, los docentes aprenden de
la interacción con otros docentes, el aprendizaje no es individual es de y con
otros, es social. El ser humano no aprende repitiendo de memoria, si no cuando
se emociona, cuando hace, algo que los griegos ya sabían hace mucho tiempo.
Lamentablemente la educación que hoy se practica constituye un proceso lineal y
estandarizado, que no aporta significativamente al desarrollo del ser humano, y
en el caso de los docentes, al aislamiento profesional consagrado en la
“Autonomía Profesional”.
La tarea actual es romper la soledad del aula en la que se desempeñan
los docentes para avanzar hacia una cultura de la interacción, de la
participación y del aprendizaje colectivo, entre pares. Esta tarea no es fácil,
requiere de un profundo análisis y reflexión sobre el hacer, escudriñar, con
ojo crítico, revisando viejas y anquilozadas prácticas pedagógicas que replican
una y otra vez el modelo tan cuestionado por Freire, al que se hace referencia
en uno de los textos analizados: “ … se
trata de abandonar la escuela bancaria” (Torres,
Rosa María, 1999, p. 3) , desterrando del sistema escolar la
creencia que aprender es acumular información, que enseñar es vaciar
conocimiento en las mentes de los neófitos estudiantes. Bajo este modelo el
aprendizaje es pasivo, es receptivo. Esta forma de entender la educación está
obsoleta. Lamentablemente la gran mayoría de los profesores no acusa recibo del
cambio que se hace a esta altura insoslayable. Cuestionan las conductas de los
estudiantes, responsabilizando a éstos, a sus familias, al sistema escolar, a
la sociedad en su conjunto, de las carencias y crisis de la educación, con muy
poca autocrítica al respecto. Todo es extrínseco, depende de otros. A esta
altura de los tiempos: “… la institución
escolar está desfasada, los maestros están mal equipados y la pedagogía en el
aula no ha cambiado en lo sustancial” (Torres,
Rosa María, 1999, p. 2). No se puede llegar al futuro haciendo lo que se
hizo en el pasado.
El “cambio educativo” al cual todos aspiran, especialmente los
involucrados en el proceso educacional, será tal, sólo cuando los docentes
rompan las cadenas de las prácticas arcaicas que reproducen un modelo centrado
en la transmisión, con estrategias pedagógicas acordes a los nuevos desafíos
que la sociedad plantea a la educación. Se trata de un proceso interno y
voluntario, pastoso, doloroso, que los docentes deben desarrollar para
reflexionar respecto de las formas de enseñar y aprender, tanto dentro como
fuera del sistema escolar. La cuestión central tiene que ver con un cambio
personal, de actitud, de las concepciones sobre educar, de los hábitos y
costumbres, de las estrategias, de las rutinas “naturalizadas” y poco
cuestionadas, para desde allí, producir una transformación de su propia
realidad, gatillando una transformacise
propone como o d gatillar una transformacin un rol mñasvalidando
".desarrollar para reflexionar respecto de las formas de ensón
sistémica al respecto. El desafío conlleva un fuerte componente de autocrítica,
de introspección, una mirada hacia lo que se hace, una “reflexión crítica” de
análisis y cuestionamiento sobre la propia práxis pedagógica.
La experiencia, los resultados, todos los diagnósticos e
investigaciones nacionales e internaciones (incluidos los de la OCDE),
demuestran que lo hecho hasta hoy en educación en Chile es insuficiente, los
profesores siguen actuando en el aislamiento, disfrazado de “autonomía docente”
en la sala de clases, sumado a ello, la escases de espacios de análisis y
reflexión “crítica” del propio quehacer pedagógico. Si bien es cierto, el
sistema educativo no propicia dichos espacios, tampoco los docentes hacen mucho
para cambiar el escenario, evidenciando claramente una actitud pasiva al
respecto y validando el modelo propuesto en educación: vertical, lineal y
alienante.
Para avanzar, debemos andar juntos, sostenía el ex Presidente de
Uruguay, José “Pépe” Mujica. Se trata de estar unidos, de concertarse, de
dialogar, de reflexionar sobre “el hacer”. De iniciar las conversaciones, desde
la apertura, con disposición al cambio, para precisamente modificar aquello que
obstaculiza el avance, que entorpece el caminar, que distrae. Lo que se ha
naturalizado en la cotidianeidad, que no se cuestiona por estar profundamente
arraigado e invizibilizado en el hacer, que es difícil de ver, menos de
analizar. De esto se trata el aprendizaje entre pares, de promocer, desde el
diálogo, desde la realidad del aula, un proceso de reflexión profunda sobre el
saber pedagógico acumulado, pero confinado entre las cuatro paredes de la clase,
poco socializado, escasamente compartido y analizado entre los pares.
Un camino para producir transformaciones reales y efectivas en las
prácticas de enseñanza más acordes a las demandas que la sociedad actual le
plantea a los maestros está dada por la estrategia de aprendizaje entre pares,
la cuestión central del presente documento. Como se indica en uno de los
textos: “… el aprendizaje entre pares
conlleva una estimación del saber producido en la experiencia diaria, que viene
desde la práxis, que es encarnado por los docentes y que cobra sentido para
quienes se han visto involucrados en su creación” (Cerda Taberne y López Lillo, p. 4). Esto es relevando ya que al
socializar dicho saber de forma sistemática, se produce una interacción entre
pares, lo que genera un proceso de co-aprendizaje, gestando evoluciones de
carácter recursivo entre los docentes. Cuando un profesor comparte lo que sabe
a partir del hacer cotidiano, está poniendo sobre la mesa sus competencias y
habilidades, las cuales se ven potenciadas por la interacción con los demás. Si
a lo anterior agregamos la diversidad de docentes y prácticas, la riqueza de
experiencias (buenas y malas), este proceso, bien conducido, puede generar
transformaciones profundas en la manera de hacer educación. Abrir las puertas
de las aulas a la reflexión, esa es la tarea pendiente.
El aprendizaje entre pares permite que los docentes reflexionen, actúen juntos, se percaten que no están solos, recuperen la confianza en ellos mismos,
compartan, den nuevamente sentido al trabajo docente, se re-encanten por su
profesión, asuman con propiedad su tarea de educar, lo que finalmente se espera
produzca cambios reales en las prácticas pedagógicas.
Está claro que las formas tradiciones de generar procesos de perfeccionamiento
profesional docente han sido generalmente impuestos, desde la mirada de los
expertos, de agentes externos, no desde la profesión misma, lo cual intimida,
coarta la posibilidad que efectivamente se den procesos sistemáticos,
trascendentes y con proyección en el hacer, en la práxis, verdaderamente
transferibles al trabajo en el aula, que impacten las estrategias, las
metodologías y los enfoques “implícitos” con los que cada docente se para
frente a sus estudiantes. El aprendizaje entre pares es un medio concreto, que
bien gestado, permite que los docentes expresen sus ideas, develen sus
creencias y preconcepciones, ya que al trabajar con un igual, se genera mayores
lazos de confianza, empatía y colaboración, aspectos no considerados habitualmente
en la formación profesional, que tiene un profundo arraigo racional y no considera
el ámbito emocional.
Este aprendizaje no puede darse de manera aislada, asistemática y descontextualizada
del lugar en donde ocurre el “hacer pedagógico”, como ha sucedido en muchas
oportunidades con los programas de perfeccionamiento. Por el contrario, debe
emerger desde la propia escuela y sus maestros, como señal de empoderamiento,
lo cual ayuda a que este tipo de prácticas se sostenga en el tiempo y no
desaparezca cuando disminuyen los recursos o cambien los actores.
Las Comunidades Profesionales de Aprendizaje (CPA) son una evolución e
institucionalización del aprendizaje entre pares al interior de la escuela y
buscan hacer más fluido el proceso de cambio escolar, ya que los esfuerzos, las
directrices, las prioridades surgen desde la propia práctica reflexiva y
habitual de los profesores. Esto provee a los maestros de mayor protagonismo y
satisfacción. El desarrollo de las CPA implica entonces una nueva mirada hacia
el trabajo docente y la escuela como espacios de cambio desde abajo hacia
arriba y no al revés como ocurre con la mayoría de las políticas públicas en
educación.
El concepto de CPA tiene diversas acepciones, por lo que no resulta
fácil acordar una única definición al respecto. Se trata, como se señala en uno
de los textos analizados, de “… una forma
particular de organización escolar, diferente a lo desarrollado hasta ahora,
que incita a un grupo de personas a compartir y preguntarse de manera crítica
sobre su práctica, de forma permanente, reflexiva, colaborativa, inclusiva y
orientada hacia el aprendizaje de los estudiantes.” (Krichesky y Murillo Torrecilla, 2011, p. 70). La mejora de las
prácticas de enseñanza se encuentra en las propias formas y experiencias
docentes, en cuanto sean reflexionadas y socializadas criticamente. Para ello
es imprescindible que al interior del centro se intale el “ … liderazgo distribuido, una cultura del
trabajo colaborativo, se potencie el desarrollo profesional concebido desde las
necesidades de aprendizaje de los alumnos, se promueva la investigación y la
revisión (introspección) sobre la propia
práctica y el trabajo metódico con evidencia, entre otros.” (Krichesky y Murillo Torrecilla, 2011, p. 66).
Existen algunas condiciones necesarias que deben darse en un centro
educativo para la adecuada implementación de las CPA. Está claro que una visión
común y compartida que le dé el sentido de comunidad, un liderazgo repartido
que permita que todos los profesionales movilicen al resto en diversas áreas,
necesidades de aprendizaje claramente establecidas sobre lo que se necesita
aprender y como debe aprenderse, que la práctica docente sea compartida,
abierta y conocida, para a partir del registro, las observaciones y conversaciones
sobre esta, surgan aprendizajes e innovaciones, todo ello en la confianza, el respeto
y el apoyo mutuo para asegurar la implicancia de los docentes en el proceso de
mejora. Se debe también promover en el establecimiento redes y alianzas, donde
se genere el pensamiento innovador. Debe existir responsabilidad colectiva
frente al aprendizaje de los estudiantes que inste a los docentes a tomar
riesgos, compartiendo los éxitos y problemas que se pueden dar en la
implementación de los cambios, y por último, deben generarse las condiciones
para que de verdad la colaboración sea tal, con espacios y recursos apropiados
para cimentar el encuentro y la reflexión entre pares.
Uno de los problemas a los que pueden verse enfrentados este tipo de
comunidades dice relación con los conflictos personales y grupales que aparecen
siempre que hablamos de comunidad humana, es inevitable la aparición de
diferencias en todo proceso colaborativo, el asunto es generar un equilibrio
honesto en las relaciones individuo-grupo y colaboración-conflicto, entendiendo
siempre que la tarea es enfocarse en analizar las prácticas pedagógicas,
cambiarlas, para mejorar los aprendizajes de los estudiantes. Otra dificultad
manifiesta es el sesgo, los prejuicios y la resistencia a incorporar nuevas
ideas. Estos cambios generan tensiones, despertando en los profesores
sentimientos de amenaza y cuestionamiento respecto de la forma en la que
enseñan, aspecto que igualmente debe ser considerado al implementar dichas
innovaciones.
Lo relevante a la hora de establecer estas CPA en los centros
educativos es no quedarse en el papel, como ocurre con gran parte de los
perfeccionamientos, que bajo una lógica individual, no contribuyen notablemente
a la renovación de las prácticas docentes en el aula. Para que se dé un paso
efectivo al respecto, la implementación de estas comunidades debe partir de un
análisis, de diálogos e intercambios de los problemas que surgen desde la
práctica cotidiana, los cuales deben concebir una manera específica de
sistematización de dichos intercambios para que las conversaciones estén
enfocadas en los resultados de aprendizaje de los estudiantes. “… Las conversaciones y los diálogos
colaborativos deben centrarse en cómo asegurar que los alumnos estén efectivamente
aprendiendo.” (Dufour, 2004).
Para ello resulta útil concebir una pauta que oriente las etapas, identificando
y definiendo las necesidades de aprendizaje de los estudiantes, detallando las
prioridades de mejora a partir de la información recolectada, seleccionar los
programas y prácticas específicas de innovación, estableciendo las necesidades
de formación para incorporar estos cambios, definir la formación profesional
requerida por los docentes, implementar las innovaciones, evaluar el proceso de
implementación y determinar las nuevas necesidades de avance.
De igual forma, es importante considerar algunos factores internos que
ayudan a fortalecer y proyectar a las CPA. De acuerdo a lo analizado, aparecen
como necesarios la instalación de una cultura de la colaboración que evalue de
manera positiva la colaboración entre profesores, que además reconozcan y
estimule el trabajo en equipo, que movilice la recogida de información, su
análisis y apreciación crítica de los temas comunes que afectan los modos de
enseñar y aprender. Es necesario también impulsar una re-estructuración
organizativa del centro, tanto de los tiempos como de los espacios escolares,
instalando el encuentro entre profesionales como una prioridad, dando cuenta
que el trabajo entre pares es una condición sine qua non para avanzar.
Inclusive, de ser necesario, se pueden concebir nuevos roles o estructuras que
permitan este cometido. Se necesita también ampliar la mirada, favoreciendo el
liderazgo docente como herramienta para promover y sostener esta estrategia de
mejora. Generar un clima escolar ideal para establecer la estrategia de las CPA
bajo las premisas de la confianza, la honestidad y el respeto, para contribuir
de manera efectiva a cambiar las cosas. Un último factor interno que ayuda a
fomentar y sostener las CPA en el tiempo dentro de los centros educativos es la
dirección escolar que debe ser capaz de evolucionar para aprovechar los
talentos y capacidades presentes en cada uno de los miembros de la comunidad
educativa. Liderar este cambio no es una tarea fácil, ni privativa del equipo
directivo de una escuela, es una tarea compartida por toda la comunidad
educativa, es una responsabilidad de cada integrante del equipo docente y
dependerá de cuan convencidos estén sus miembros que efectivamente sus
establecimientos pueden convertirse en verdaderas comunidades de aprendices.
El objetivo central de las CPA es mejorar la eficacia docente y su
práxis en la enseñanza. Se trata de un cambio en la cultura profesional de una
escuela que, tal como se señaló anteriormente en este documento, promueve el
desarrollo y la innovación con un repertorio de respuestas distinto al
habitual, tan necesario para los nuevos retos que enfrenta la educación,
además, requiere provocar el trabajo en equipo, el debate y la revisión
“constructiva” de las prácticas personales y colectivas, mejorando los
ambientes de trabajo y el clima escolar.
Como conclusión, del análisis de los documentos proporcionados se
desprenden algunas ideas centrales:
- Lo realizado hasta aquí en educación
resulta insuficiente para dar respuesta a las demandas que actualmente la
sociedad le plantea a la pedagogía, en torno a conceptos como la
pertinencia de las estrategias pedagógicas que emplean los docentes y el
impacto real que éstas tienen en el aprendizaje de los estudiantes.
- Los cambios propuestos requieren de una
actitud de apertura de los docentes, sin embargo, los sentimientos de
desencanto, marginación y alienación que se observan en los profesores, gatillados
por la escasa implicancia – voluntaria o involuntaria - que éstos han
tenido en la difinición de los procesos de cambio diseñados por otros,
debe ser un aspecto a trabajar para el desarrollo efectivo del trabajo
entre pares.
- La posibilidad cierta que los docentes
tienen de transformarse en agentes de cambio efectivos desde la propia
práctica, a través del aprendizaje entre pares y más especificamente en una
evolución hacia una CPA que involucre a toda la escuela, construyendo
espacios reflexivos, críticos y sistemáticos para la mejora de las
prácticas docentes. Las CPA son una herramienta útil que puede agilizar
los procesos de cambio e innovación desde los propios centros escolares
con la misión de producir aprendizajes poderosos que aporten a conseguir
la tan anhelada “educación de calidad”.
A la luz de los antecentes expuestos, se puede sostener que el trabajo
grupal sistemático de análisis profundo de las distintas formas de entender los
procesos pedagógicos y de aprendizaje favorece la reestructuración del hacer
cotidiano mismo, modifica las ideas que los docentes tienen respecto de sus
propias prácticas y contribuye a generar mejores formas de enseñanza. El
aprendizaje entre pares, entre iguales, debe ser uno de los pilares básicos
para la implementación de cualquier cambio o innovación en educación, pero
construido desde la apertura, la empatía y la confianza mutua. Cuando los
profesores deben ayudarse en la revisicicas
﷽﷽﷽﷽ de sis prres debe ayudarse, ón de lo que hacen, de sus prácticas,
descubren un nuevo paisaje, amplian la mirada, discuten, confrontan visiones,
insisten, debaten y avanzan hacia un objetivo común, definido y compartido por
todos los miembros de la comunidad educativa.
Para la conformación de estas comunidades profesionales de aprendizaje
al interior de los centros educativos es necesario que los docentes abandonen
el ostracismo en el cual se encuentran desde hace tiempo, para generar espacios
comunes sostenidos en el tiempo, de confianza, de intercambio de experiencias
pedagógicas, de construcción de consensos, de empoderamiento como líderes
naturales de un proceso que les es propio, educar. Esto requiere por sobre todo
voluntad. Después de todo, sí el problema está en las prácticas pedagógicas, en
su revisión, análisis y reflexión crítica está también la solución.
Referencias Bibliográficas:
Torres, Rosa María. “El Mero Hacer, Sin Reflexión, No Permite
Aprendizajes”. Exposición Seminario Regional organizado por el Colegio
de Profesores de Chile.Rancagua, Chile. Junio 18 de 1999.
Cerda Taverne, Ana María
y López Lillo, Isaura. “El Grupo de
Aprendizaje Entre Pares Una Posibilidad de Favorecer el Cambio de las Prácticas
Cotidianas en el Aula”. CPEIP.
Krichesky, Gabriela J. y Murillo Torrecilla,
F. Javier. “Las Comunidades
Profesionales de Aprendizaje. Una Estrategia de Mejora para una Nueva
Concepción de Educación”. Revista Iberoamericana sobre Calidad,
Eficacia y Cambio en Educación. Volumen 9. Número 1. Año 2011.