Frecuentemente por las noches me detengo, mediante la palabra, a reflexionar sobre mis actos y mis pensamientos. Transito en un profundo proceso de meditación, desde mi vereda mirando hacia el paisaje de lo ocurrido, buscando en mi conducta y comportamiento un sentido a mi existencia y la de los demás.
No es fácil una ruta clara, un sendero prístino que dibuje claramente, desde las certezas del ser, un profundo y detallado panorama de lo que he de ser, hacer y decir. En ocasiones pienso en el destino de mi persona, en las palabras que debo seleccionar para dar una luz de esperanza a mi presencia en este mundo y un hálito de aliento a quienes conmigo caminan en el laberinto del existir, pero recurrentemente sólo el silencio es la respuesta más clara frente a tanto desconcierto, injusticia y desazón.
Cuántas veces la existencia parece un sin sentido, un devenir de vacio, de desesperanza y abatimiento. Si hasta éstas líneas parecen brotar de una rotunda negación del ser, del hacer y del existir. Lamentablemente las cifras señalan que hoy por hoy enfrentamos una crisis existencial como sociedad, pero que quede claro, la determinación que pongamos en nuestros pensamientos, en nuestras acciones y decisiones son las que finalmente definirán nuestra razón de ser. Somos los protagonistas de nuestra propia historia, los escritores de esta novela llamada vida.
miércoles, 31 de agosto de 2011
miércoles, 24 de agosto de 2011
La Desigualdad: Verguenza Nacional

¿Que Chile es un país desigual?, que duda cabe. Es una vergüenza nacional los escandalosos niveles de desigualdad entre "compatriotas". La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), organismo al cual recientemente ingresamos, señala que Chile es el país más desigual de la Región (Indice Gini). Este diagnóstico no sólo ha venido desde fuera, sino que todos los estudios locales así lo indican, hasta el propio presidente lo sostiene. Según la Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (CASEN 2009), el 10% más rico de los chilenos incrementó en un 9,1 por ciento sus ingresos, bordeando los 3 millones de pesos en promedio, mientras que el 10% más pobre redujo este ámbito en un 26 por ciento, alcanzando cerca de 63 mil pesos.
Esta desigualdad se reproduce en todos los ámbitos del sistema, permeando también a la educación. Las personas de más escasos recursos no pueden costear lo que vale un buen colegio pagado, tampoco pueden ingresar ya que la mayoría de estos colegios selecciona a sus estudiantes, ¿y Dónde terminan?, en la manoseada educación pública o en algún colegio particular subvencionado de medio pelo. 200 mil pesos promedio paga un apoderado por educar a su hijo en un colegio acomodado, 45 mil pesos subvenciona el estado a un colegio municipal o particular subvencionado para educar a un niño, esta diferencia es un ejemplo de cómo la desigualdad está instalada "sin verguanza" en la sociedad chilena.
Agréguele a esto algunas prácticas sistemáticas de ciertos empresarios (La Polar, Presto, Hidroeléctricas, etc.) por imponer sus intereses por sobre los del bien común, a punta de dinero y presiones, resultando siempre perjudicados los consumidores e incrementados los bolsillos de los accionistas y empresarios.
Toda esta rabia e impotencia por tanto abuso e injusticia, se incubó en los gobiernos de la concertación y ha explotado en el gobierno del presidente Piñera, administración más vinculada a los grupos económicos, al lucro y a la concentración de riqueza, justamente aquel modelo que hoy está en tela de juicio ante la ciudadanía.
Entender la educación como un bien de consumo y no como un derecho que debe ser garantizado por el estado en cuanto acceso y "calidad" marca claramente una posición frente al lucro. El gobierno no comprende la raíz de los movimientos sociales que se han expresado, por lo tanto dificilmente puede responder a las demandas planteadas. Este no es sólo un problema de dinero, o de becas, o créditos, va mucho más allá. Tiene que ver con la función y posición del estado frente a temas tan relevante para la nación como la educación, la energía, el mundo financiero, etc.
La historia ha puesto contra la espada y la pared a quién introdujo el sistema de tarjetas de crédito en Chile. El sobreendeudamiento, los cobros excesivos, los intereses estratosféricos, DICOM, son parte también de este malestar expresado en las calles. Sin duda, que hasta el momento queda claro que el éxito en el sector privado no necesariamente es transmisible al ámbito público, después de todo: "Gobernar es Educar".
miércoles, 10 de agosto de 2011
Pensar y Hacer

Pensar, un acto que nos hace humanos. Pensando le damos sentido a nuestras acciones. Le encontramos significado a lo que nos sucede. Pensamos siempre y en todo momento, imaginamos el futuro, rememoramos el pasado, vivimos y experimentamos el presente.
Al escribir, al crear, al vestirnos, siempre pensamos. En la rutina del día a día, en el hacer y en el no hacer, pensamos. En el silencio, en la comunicación con otros compartimos nuestros pensamientos.
Humberto Maturana señala que no basta con pensar. Para darle significado a nuestro pensar, debemos hacer, ya que es en el hacer que el pensar cobra sentido. Lo que nos pasa, las cosas que nos suceden, ocurren en un continuo, en la realidad que construimos con nuestro pensamiento. Impregnados de sentimientos, motivaciones y aspiraciones, estos pensamientos modelan dicha realidad. Esta construcción propia, mía, es socializada mediante el lenguajear, confrontando mis pensamientos, mi realidad, con las realidades de otros muchos. Todo ello ocurre en un espacio común,en una realidad compartida en el hacer y en el pensar.
No es suficiente pensar en lo que debo hacer. No resulta bien hacer sin pensar. La clave está en hacer lo que pienso y pensar lo que hago, ambos ejercicios en conjunción, en un complejo entramado que vaya tejiendo la realidad desde el pensamiento-acción-pensamiento, tal cual ocurre con la letra y música de una canción que ejecutadas al unísono permiten imbricar y construir una pieza musical única, propia.
La tarea entonces es a pensar-hacer, hacer-pensar, en consecuencia y coherencia, al final es lo que nos hará coherentes y consistentes en nuestro existir.
viernes, 5 de agosto de 2011
La Matemática: Nuestro Mínimo Común Denominador

Les escribo como compañero y amigo, como estudiante y profesor; durante este tiempo compartimos muchas jornadas de estudio y trabajo, pero es aquí es donde nuestros rectas se separan. Qué duda cabe, el postítulo que estamos próximos a terminar corresponde a una fracción de nuestras vidas. Espero que lo que aquí hemos aprendido se transforme en algo positivo al interior del aula, algo que factorice nuestras visiones e incremente nuestro desempeño. Esta especialización para mí no ha sido un cero a la izquierda, por el contrario, yo diría que elevó al cuadrado mis conocimientos.
Todos los sábados nuestra rutina cambia 180 grados para pasar de profesores a estudiantes de la matemática. Durante este tiempo de ir y venir, ustedes han sido mi complemento. Mis conocimientos se multiplicaron trabajando con ustedes y creo, humildemente, que juntos nos potenciamos. Recorrimos un camino complejo, repleto de problemas, desafíos y ecuaciones. En el orden de las operaciones que juntos realizamos, ustedes están en primer lugar, son un paréntesis, son a decir de un conocido nuestro, la desviación estándar de los alumnos del postítulo que me permitió interpretar de mejor forma el complejo mundo de la educación.
Con su apoyo conocí la geometría de la educación, vi el mundo de la escuela desde el ángulo de un/a profesor/a. Comprendí que cuando en educación intervenimos en semiplanos distintos, difícilmente nuestras rectas se encontrarán. Como tarea nos queda simplificar el acceso, Igualar la calidad, elevar al cuadrado nuestros esfuerzos y aplicar mejores algoritmos para contribuir a resolver problemas que a veces parece sin solución.
Las estadísticas hablan por sí solas, 13 meses estudiando, 55 días sábados reunidos, 385 horas compartiendo un aula, 30 trabajos grupales emprendidos. Después de pasar este tiempo junto a ustedes, he factorizado que la matemática pueda ayudar concretamente a simplificar la vida, para ello sólo una última reflexión: “en la tarea de enseñar matemática, mejor sumar que restar, mejor multiplicar que dividir, mejor buscar siempre un denominador común, al fin y al cabo, eso hace la diferencia”.
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