He visto por estos días el pánico de algunos docentes que deben salir a la pizarra para dar cuenta de su idoneidad como educadores amén del "sagrado y satanizado" SIMCE. Pues sí, se apareció El SIMCE, justo a final de año cuando los niños están agotados, extenuados de recibir y recibir los contenidos. No sé porqué pero se me viene a la cabeza la imagen de mi hermana tratando de darle de comer a mi sobrina, cuando ésta última claramente no quiere ya nada más.
Pero el problema no es la prueba en sí, personalmente creo que el SIMCE es un buen sistema de medición, el problema es que está descontextualizado, ya que mide competencias que "supuestamente" debieran estar desarrolladas en los alumnos teniendo como marco los Contenidos "Mínimos" Obligatorios, que siendo bien honesto, de mínimo no tienen nada.
Cómo herramienta de diagnóstico es muy efectiva. Sabemos que cerca del 40% de los alumnos chilenos no entienden lo que leen. Pero la pregunta es si estamos tomando las decisiones correctas con esta información disponible. Nuevamente, creo que NO. La cuestión es que estamos usando mal el SIMCE.
Tenemos el diagnóstico y tenemos la cura, pero estamos fallando en el procedimiento... (continuará)
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